lunes, 20 de abril de 2009
Que descrubras...
*Que descubras la serenidad y tranquilidad en un mundo imposible de entender.
*Que el dolor que has vivido y los problemas que has experimentado, te den el poder de caminar por la vida enfrentando cada situación con optimismo y valor.
*No olvides que habrá seres cuyo amor y comprensión siempre estarán contigo, aún cuando te sientas solo.
*Que descubras suficiente bondad en otros para creer en un mundo de paz.
*Que una palabra generosa, un abrazo, una sonrisa sean tuyos todos los días de tu vida.
*Que puedas dar estos regalos tanto como recibirlos.
*Recuerda el sol aún en medio de la tormenta.
*Enseña amor a aquellos que odian y deja que ese amor te fortalezca.
*Recuerda que aquellos seres cuyas vidas has tocado y aquellos otros que han dejado su huella en ti, siempre ocuparán un lugar especial en tu corazón.
*No importa si el encuentro fue corto y no lo que tu esperabas y deseabas.
*No te preocupes demasiado por lo material.
*Valoriza más la bondad y generosidad que habitan en tu corazón.
*Que encuentres tiempo cada día para apreciar la belleza y el amor que te rodean.
*Piensa que como seres humanos todos tenemos muchas cosas en común pero en el fondo todos somos diferentes.
*Aprecia y respeta las diferencias.
*Lo que sientes que careces en el presente puede ser tu fortaleza para el futuro.
*Que veas un futuro lleno de posibilidades.
*Que encuentres suficiente fortaleza en tu inteiror para determinar por ti mismo tu valor, y no dependas de la opinión de otros para reconocer tus habilidades.
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Tus Manos
Cuando tus manos salen,
amor, hacia las mías,
¿qué me traen volando?
¿Por qué se detuvieron
en mi boca, de pronto,
por qué las reconozco
como si entonces, antes,
las hubiera tocado,
como si antes de ser
hubieran recorrido
mi frente, mi cintura?
Su suavidad venía
volando sobre el tiempo,
sobre el mar, sobre el humo,
sobre la primavera,
y cuando tú pusiste
tus manos en mi pecho,
reconocí esas alas
de paloma dorada,
reconocí esa greda
y ese color de trigo.
Los años de mi vida
yo caminé buscándolas.
Subí las escaleras,
crucé los arrecifes,
me llevaron los trenes
las aguas me trajeron,
y en la piel de las uvas
me pareció tocarte.
La madera de pronto
me trajo tu contacto,
la almendra me anunciaba
tu suavidad secreta,
hasta que se cerraron
tus manos en mi pecho
y allí como dos alas
terminaron su viaje.
Pablo Neruda
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