domingo, 18 de enero de 2009

Había una vez un escritor que vivía a orillas del mar; una enorme playa virgen donde tenía una casita en la que pasaba temporadas escribiendo y buscando inspiración para sus libros. Era un hombre inteligente y culto y con sensibilidad acerca de las cosas importantes de la vida.
Una mañana, mientras paseaba por la playa contemplando el océano, vio a lo lejos una figura que se movía de manera extraña, como si estuviera bailando. Al acercarse vio que era un muchacho que se dedicaba a coger estrellas de mar de la orilla para lanzarlas de nuevo al agua. El hombre le preguntó al joven qué
estaba haciendo. Éste le contestó:
-Recojo las estrellas de mar que han quedado varadas y las devuelvo al mar; la marea ha bajado demasiado y muchas morirán.
Dijo entonces el escritor:
-Pero esto que haces no tiene sentido. En primer lugar, es su destino: morirán y serán alimento para otros animales. Y además hay miles de estrellas en esta playa, nunca tendrás tiempo de
salvarlas a todas.
El joven miró fijamente al escritor, cogió una estrella de mar de la arena, la lanzó con fuerza por encima de las olas y exclamó:
-Para ésta sí tiene sentido.
El escritor se marchó un tanto desconcertado. No podía explicarse una conducta así. Esa tarde no tuvo inspiración para escribir y por la noche no durmió bien. Soñaba con el joven y las estrellas de mar por encima de las olas.
A la mañana siguiente corrió a la playa, buscó al joven... y lo ayudó a salvar estrellas.

La primera era un lago muy tranquilo. Era un espejo perfecto donde se reflejaban unas plácidas montañas que lo rodeaban. Sobre éstas se encontraba un cielo muy azul con tenues nubes blancas. Todos los que miraron la pintura pensaron que ésta reflejaba la paz perfecta.
La segunda pintura también tenía montañas, pero éstas eran escabrosas y descubiertas. Sobre ellas había un cielo furioso del cual brotaba un impetuoso aguacero que descargaba rayos y truenos. Montaña abajo, aparecía el retumbar de un espumoso torrente de agua. Todo esto no se revelaba para nada pacífico.
Pero cuando el Rey observó cuidadosamente, vio tras la cascada un delicado arbusto creciendo en una grieta de la roca. En este arbusto se encontraba un nido. Y allí, en el rugir de la violenta caída de agua, en medio de aquel nido, estaba sentado plácidamente un pajarito... Paz perfecta.
El Rey escogió la segunda. Y cuando sus súbditos le preguntaron acerca de su decisión, les desveló el porqué:
-Paz no significa estar en un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro ni dolor. Paz significa que a pesar de todas estas cosas permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón. Creo que este es el verdadero significado de la paz. Cuando encontremos la paz en nuestro interior, tendremos equilibrio en la vida.
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El cuento más bonito del mundo

Hoy te voy a contar un cuento de palabras olvidadas y miradas escondidas... De sonrisas que fatigan noches y de mañanas convertidas en eternidad.
Te voy a contar un cuento de besos, de promesas, de alegrías... De caricias extraviadas en la espalda y sentimientos esparcidos por el suelo de tanto regalar sentimiento...
Un cuento como ningún otro cuento... Un cuento que no está escrito en libros, que no se sabe que es un cuento si no estás dentro de él... Un cuento sin príncipes ni princesas, sin sapos, sin caballos blancos.
Déjame que te cuente ese cuento que me regalas cada día, y que cada noche conviertes en un cuento diferente por ser tú el protagonista principal y sin actores secundarios.
Hoy te voy a contar un cuento...
El cuento de nuestras vidas.
Tu y yo...
...y un final con perdices...
(Autor desconocido)

No llores por antiguos amores
no sueñes con sonrisas
que ya no te pertenecen
no tararees canciones
con dedicatoria exclusiva
no guardes promesas incumplidas
ni absurdos rencores
no recuerdes caricias pasadas
ni pretendas segundas partes
no permitas que tu corazón sangre
por tiempos que fueron mejores
no abras heridas ya cicatrizadas
no apuestes un premio que ya perdiste
no abras de nuevo aquellas cartas
con palabras cuyo significado voló
no mires fotografías que viertan lágrimas
con unos ojos que ya se secaron ayer
no mires atrás, sé valiente
empieza a vivir de cero
y libera tu corazón remendado.
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La primera impresión, lejos de lo que afirma el dicho popular, no es la que importa.
Nuestras primeras impresiones arrastran el peso de muchos siglos de mirar equivocados.
Y lo esencial es invisible a los ojos…
Por eso, es importante no dejarse llevar por las apariencias y no juzgar a las personas por lo que parecen sino por lo que realmente son.
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Las personas cambian cuando se dan cuenta del potencial que tienen para cambiar las cosas. Paulo Coelho