Esta vieja herida que me duele tanto,
me fatiga el alma de un largo ensoñar;
florece en el vicio, solloza en mi canto,
grita en las ciudades, aúlla en el mar.
Siempre va conmigo, poniendo un quebranto
de noble desdicha sobre mi vagar.
Cuanto más antigua tiene más encanto...
¡Dios quiera que nunca deje de sangrar!...
Y como presiento que puede algún día
secarse esta fuente de melancolía
y que mi pasado recuerde sin llanto,
por no ser lo mismo que toda la gente,
yo voy defendiendo románticamente
¡esta vieja herida... que me duele tanto!...
Pedro Sienna
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