
No es ternura lo grandioso, sino la
delicadeza, la insignificancia, el detalle.
En los niños vemos la ternura todos los días...
Nos cautivan con sus expresiones sinceras,
con la caricia que llega a nosotros sin tener que hacer ningún reclamo.
La ternura no está en lo grande, ni en lo brillante, ni en lo que se destaca,
está en lo chiquito, en lo sencillo, en esas pequeñas cosas de todos los días...
La ternura es eso que... vitaliza al viejo... duerme al niño...
¡y desarma al hombre!
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