Una vez en el lugar más hermoso del universo vivía un niño llamado Sueño, el cual anhelaba crecer y conocer otros mundos.
Sueño se la pasaba allá en lo alto, por las nubes jugando y jugando todo el día. Una vez Sueño se dió cuenta que él no crecía como crecían sus amigos, y además empezó a sentirse debilitado sin fuerzas y poco a poco perdió sus ganas de jugar.
Un gran día, llegó un mensajero que llevaba consigo un maletín muy especial que contenía alimentos para fortalecer, tonificar y hacer crecer a Sueño.
Desde el mismo instante en que aquel mensajero llegó, Sueño
empezó a sentirse mejor, mejor, y mejor, ya que cada día aquel mensajero lo alimentaba con aquellos manjares. Muchos caldos de constancia con fuerza, platos muy nutritivos de voluntad y trabajo, postres hechos a base de iniciativa, fantásticos jugos hechos con decisión y lo más importante, tratándolo con mucha confianza y cariño.
Sueño creció y creció, y llegó a dejar de ser Sueño para convertirse en Meta y claro que siguió jugando, pero ya no por las nubes, sino aquí en la tierra, conoció otros mundos, mundos como la felicidad y la satisfacción, y un día… no muy lejano, Meta dejó de ser Meta y se transformó en……. se transformó en… REALIDAD.
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