Caía la tarde en los jardines del palacio del Rey...
Éste paseaba entre las arboledas y los setos llenos de flores, acompañado por un músico ciego, que dada su sabiduría también hacía la veces de su consejero.
Mirando el sol que declinaba, el Rey se dirigió a su acompañante:
— Ya tengo ochenta años, dijo a su músico ciego, y aunque quisiera estudiar y leer algunos libros, creo que ya es demasiado tarde.
— ¿Por qué no enciende la vela?, sugirió el músico.
— ¿Cómo se atreve un súbdito a bromear con su señor? –exclamó el Rey enojado.
— Yo, un músico ciego, nunca me atrevería a pronunciar inconveniencias en presencia de mi señor…., pero he oído decir que si un hombre es aficionado al estudio en su juventud, su futuro será brillante como el sol matinal; si se aficiona al estudio en su mediana edad, será como el sol de mediodía; mientras que si se comienza a estudiar de viejo, será como la llama de una vela. Y aunque la vela no es muy brillante, al menos es mejor que andar a tientas en la oscuridad. Nunca es tarde.
Y el Rey estuvo de acuerdo.
(Cuento popular chino)
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