jueves, 30 de octubre de 2008


Sonríe siempre aunque tu sonrisa sea triste, porque más triste que una sonrisa triste, es la tristeza de no saber sonreír.

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De mis disparates de juventud, lo que me da más pena, no es haberlos cometido, si no, no poder volver a cometerlos.

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La Flor de la Honestidad



Corría el año 250 AC en la antigua China cuando un príncipe, que debía ser elegido emperador de acuerdo a las leyes, tenía que contraer previamente matrimonio.

No tuvo mejor idea que hacer una competencia entre las muchachas de la corte para designar así a su preferida.

Anunció una recepción en palacio para proponer una prueba, a manera de desafío.

La decisión entristeció a una anciana recepcionista del séquito, pues sabía que su hija estaba enamorada del joven.

Por eso le recomendó no acudir a la cita. “Hay chicas mucho más bellas y ricas que tú”, pronunció.

“Madre. Sé que no seré la escogida. Pero iré, pues será la única ocasión en que podré estar cerca al príncipe y eso me hará feliz…”, contestó la doncella.

El día señalado, la mayoría de jóvenes estaban muy lindas. Vestían elegantes y lucían costosas joyas.

Por su parte, el príncipe entregó una semilla a cada una de ellas advirtiendo: “Quien traiga la flor más bella dentro de seis meses será escogida como mi esposa y emperatriz de China.

Transcurría el tiempo y la dulce joven cuidaba el grano con la idea que si la belleza de la flor surgía con su amor, no tendría que preocuparse por el resultado.

Sin embargo, pasaron tres meses y no brotó nada. Cada día veía su sueño más lejano. Fatalmente se cumplió el plazo y la situación no cambió.

Cansada de tanto esfuerzo y dedicación, conversó a su madre. Le dijo que acudiría al palacio el día y hora fijados “para ver por última vez a su ser amado…”

Llegado el momento, el príncipe miró con suma atención y cuidado las flores de diversos perfumes y colores que portaban las pretendientes y señaló:

“Quien tenga el vaso vacío, será mi esposa…”

Las reacciones no se hicieron esperar. Todas se miraron asombradas. Nadie entendía la decisión final.

Dirigiéndose a la sorprendida muchacha, el príncipe expresó:

“Ella fue la única que cultivó la flor que la hizo digna de convertirse en emperatriz. La flor de la honestidad. Todas las semillas que entregué eran estériles….”

Si apenas una persona analiza el profundo significado de la descripción y se orienta por el camino de los valores, podremos decir que su lectura ha cumplido la misión para la que fue escrita… Si para vencer debes poner en juego tu honestidad: pierde, ya que siempre serás un vencedor.

Extraído del libro, Cuenta conmigo, de Jorge Bucay


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No existe amor en paz. Siempre viene acompañado de agonías, éxtasis, alegrías intensas y tristezas profundas. Paulo Coelho

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Las personas cambian cuando se dan cuenta del potencial que tienen para cambiar las cosas. Paulo Coelho